La guía del experto en aseo para usar el desodorante correctamente

Aplicar desodorante parece bastante sencillo. Deslizar, rociar y listo. Pero si alguna vez te has sorprendido con un delicado rastro de tu aroma por la tarde, sabrás que la técnica importa.


Elegir entre desodorante y antitranspirante, aplicar la cantidad adecuada e incluso programar la aplicación pueden marcar la diferencia entre una frescura que dura todo el día y una reaplicación apresurada en un baño público.


El objetivo no es solo enmascarar el olor, sino detenerlo antes de que comience.


En primer lugar, aclaremos una cosa: el sudor no es el enemigo. Es la forma natural que tiene tu cuerpo de mantenerse fresco. El verdadero culpable del olor corporal son las bacterias. Por eso el desodorante y el antitranspirante son esenciales. El desodorante neutraliza el olor, mientras que el antitranspirante bloquea el sudor por completo. Tu elección depende de tu tipo de piel y estilo de vida. Si tienes la piel sensible, los desodorantes naturales pueden ser más suaves, mientras que un antitranspirante es ideal para aquellos propensos a la sudoración excesiva.


En cualquier caso, la clave es aplicarlo sobre la piel limpia y seca, preferiblemente después de la ducha.


Aplicar demasiado es uno de los mayores errores que cometen los hombres. Más no siempre es mejor. Solo ensucia más y provoca poros obstruidos, manchas en las camisas y una sensación pegajosa que persiste todo el día. Una capa fina y uniforme de desodorante en roll-on o en barra es suficiente, mientras que los desodorantes en aerosol deben aplicarse en ráfagas cortas a unos centímetros de distancia.


Y recuerda: aplicar desodorante sobre la piel húmeda es un error de novato que lo hace mucho menos efectivo. Si haces bien lo básico estarás fresco, seco y arreglado de la mañana a la noche.